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Efectos de la soledad en la salud de los mayores

La soledad que sufren muchas personas de la tercera edad es uno de los problemas más extendidos en la sociedad actual. Esta afecta a casi la mitad de la población mayor de 80 años y tiene muchas consecuencias sobre ella, tanto a nivel físico como mental. Es por eso que, a continuación, hablaremos sobre los efectos de la soledad en la salud de los mayores.

Los humanos somos seres sociales, y el contacto con otras personas es imprescindible para la buena salud mental y física. Desde que nacemos, formamos parte de un colectivo que nos aporta afecto, apoyo y compañía, y lo necesitamos para sobrevivir.

Con el paso de los años, aparecen factores que propician la soledad y el aislamiento, algo que puede provocar tristeza o miedo en nuestros más mayores. La soledad influye directamente en su autoestima y estado de ánimo, causando que pierdan las ganas de relacionarse, entretenerse e interactuar con su entorno. Es por esto que, si el problema no se detecta lo más pronto posible, es cada vez más difícil de solucionar.

Cuando una persona se siente aislada, segrega una hormona llamada cortisol, también conocida como la hormona del estrés. Esta eleva la presión arterial, aumentando los síntomas de la depresión y causando insomnio. Y este aislamiento es uno de los mayores factores de riesgo a la hora de desarrollar distimia, ansiedad y enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, el Parkinson o la demencia senil. Además, la soledad puede tener un efecto muy similar al del estrés crónico en la salud cerebral. E incluso afectar al sistema endocrino e inmune, por lo que aumenta la posibilidad de padecer otras enfermedades.

Pero, ¿existe alguna solución para esta situación?

Lo primero es prevenir, y es por eso por lo que debemos prestar especial atención a nuestros mayores, sobre todo en los siguientes casos: cuando pierden a su cónyuge y comienzan a vivir solos, cuando empiezan a notar carencias físicas (que los llevan a sentirse frustrados por su falta de independencia) o cuando echan en falta la rutina que tenían antes de jubilarse.

Una vez detectado el problema, lo mejor que podemos hacer por ellos es brindarles compañía. Que la familia y las amistades lo apoyen, además de animarle a llevar un estilo de vida lo más saludable posible, y en el que realizar actividades con otras personas sea algo de lo más importante. Debemos mantenernos alerta y, sobre todo, escucharle y hacer que se sienta valorado.

En el caso de que las familias no puedan prestar a sus mayores la atención que estos necesitan, la asistencia domiciliaria es una opción que debería tenerse en cuenta. Esta ayudará a paliar la sensación de tristeza y mejorará la calidad de vida de la persona asistida, reduciendo los efectos de la soledad en la salud de los mayores que nos rodean.

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